Política
Como lo consagra la Constitución
Política de 1980, Chile es
un Estado unitario, con un territorio dividido en regiones. La soberanía radica
esencialmente en la nación, quien la ejerce a través de la elección de sus
representantes por medio del sufragio o tomando decisiones
particulares a través del plebiscito.
El sistema político
chileno es la democracia republicana. Pese a existir la división
clásica de los poderes, los politólogos concuerdan en que la Constitución
de 1980 define otros poderes o funciones, como las del Tribunal
Constitucional, el Banco Central, el Consejo de Seguridad Nacional y
otros órganos.
La forma de
gobierno es la República presidencial, lo que se traduce, básicamente,
en que el Presidente de la República es a la vez Jefe de Estado y Jefe de
Gobierno. Consecuentemente, en esta autoridad se han concentrado amplias
facultades, entre las que se cuentan: la iniciativa exclusiva en diversas
materias de ley; la imposición de estados de excepción constitucional; la
posibilidad de dictar Decretos con Fuerza de Ley (previa ley
delegatoria de facultades por parte del Congreso); la convocación a
plebiscitos; y naturalmente el nombramiento de los ministros de Estado, y un
cuerpo importante de funcionarios que colaboran con él en la administración del
Estado, etc.
El moderado optimismo – que comenzaban a proyectar los
sufridos partidarios del gobierno de Piñera – no pudo haber sido abortado de
forma más demoledora, a pocos días de terminarse el año. Aunque los resultados
de la esperada y reveladora encuesta CEP se preocupa de recordarle a toda la
clase política del progresivo y abismante déficit de legitimidad – que el orden
institucional vigente continúa incubando – aparece el gobierno de
Sebastián Piñera, y la coalición que lo sustenta, como los más dañados.
Además de anunciar un nuevo record de impopularidad
gubernamental, la encuesta CEP advierte del inicio de un posible proceso “de
contagio” con las mejores cartas presidenciales de la centro-derecha. Lo último
sería fatal para una coalición que imperiosamente debe prolongar su periodo en
el poder, si desea evitar un proceso de desgaste y desintegración aún más
catastrófico que el experimentado por la Concertación. Desalentadoras noticias
para un gobierno que ni siquiera ha logrado entusiasmar con cifras de
crecimiento económico envidiables en un contexto global de franca desaceleración
y pesimismo. El año 2012, el escenario se tornaría bastante más complejo si
tomamos en cuenta que los primeros efectos de la crisis financiera – que ha
azotado a los países más desarrollados – ya empiezan a sentirse en Chile y
resto de la región.
Por consiguiente, la gran desaprobación ciudadana por el
estado de la educación (sector que requiere de la concentración de grandes
recursos para responder a su mejoramiento), difícilmente podrá ser atendida en
un clima económico global de contracción y austeridad fiscal extrema. Es
decir, las condiciones internas y externas se vislumbran como muy apremiantes
para una coalición y una administración que – en apenas dos años – han
canalizado un nivel de descontento y frustración ciudadana a gran escala.
A falta de recursos (y/o de grandes voluntades), para impulsar un nivel de
desarrollo mucho más sustentable y genuino, el ámbito de lo político se asoma
como el camino más viable a corto plazo para descomprimir una acumulación
insostenible de desencantos con la vía institucional chilena.
A dos años de terminar su mandato, irónicamente las
circunstancias presionan a Sebastián Piñera a ser el presidente que termine el
lentísimo periodo de transición política chilena, a ser el presidente que
definitivamente se ocupe de derribar los obstáculos más perdurables de una
constitución redactada en dictadura. En este plano, junto a la adopción de la
inscripción automática y voto voluntario, una reforma sustancial al sistema
electoral binominal podría convertirse en una fórmula práctica y perceptible, a
la hora de enfrentar el gran desencanto con la clase política y el status
quo que fomenta sus peores vicios.
Aun cuando la existencia de un sistema electoral –
extraño a la diversidad histórica arraigada en el sistema de partidos chileno –
solo sea considerada como un problema urgente por un porcentaje insignificante
de chilenos, esta misma percepción sufre un vuelco masivo, al momento de
evaluar la necesidad de modificar el sistema binominal en su esencia.
Hasta el ex – presidente Lagos aprovechó la oportunidad
de embarcarse en una reforma que ya parece inevitable, catalogando de “cáncer”
para nuestra democracia la existencia de una camisa de fuerza electoral que
oprime a la diversidad. Por cierto, lo que el ex – presidente Lagos se ahorró
de recordar es que – a la larga – hasta su propia coalición aprendió a valorar,
defender y “lucrar” de un sistema ideado por las mentes más
creativas que tuvo a su disposición la dictadura militar.
Resultaría absurdo – entonces – que el primer
representante de la centro -derecha en interrumpir la era concertacionista, sea
el que impulse con éxito la modificación de la ley electoral – y en particular
– de un sistema electoral que emerge como uno de los mayores obstáculos a
la hora de exigir a la clase política mayor transparencia, seriedad y respeto
por la capacidad intelectual de sus electores.
Ésa es la oportunidad más atractiva de Piñera y su
gobierno, la ocasión de revitalizar la olvidada transición, optando por
desmantelar un sistema electoral que terminó por recompensar transversalmente
un cinismo agobiante, la colusión y la exclusión política.
“A dos años de terminar su mandato, irónicamente las
circunstancias presionan a Sebastián Piñera a ser el presidente que termine el
lentísimo periodo de transición política chilena, a ser el presidente que
definitivamente se ocupe de derribar los obstáculos más perdurables de una
constitución redactada en dictadura”, por Carlos Salas Lind.
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Me parece muy pobre la redacción, buena la información de todas formas pero me gustaría ver mas trabajo de tu parte, saludos !
ResponderEliminarprimero que nada no fue "copiar y pegar" redacte con mis palabras la mayoría del texto
ResponderEliminarExcelente reportaje, aunque para la próxima quisiera ver mas de tu opinión personal
ResponderEliminarEl texto esta bueno pero es demasiado largo y te creo si tu dices que tu lo redactaste
ResponderEliminarSinceramente, algunas palabras del texto no me parecen de tu procedencia, no digo que esta malo, solo es una critica, además debería poseer imágenes y una mejor estructura para que la lectura no sea tan monótona y aburrida.
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